ESTILOS Y TENDENCIAS EN VIVIENDA FAMILIAR

Contrariamente a lo que se esperaba del tercer milenio, el panorama habitacional argentino revela que subsiste una mayoritaria preferencia por la vivienda individual tradicional, construida con ladrillos y cemento, que parece recrearse sistemáticamente con mínimos avances evolutivos.
El gusto nacional, fundado en un imaginario popular cargado de componentes sentimentales y fuertes raíces ancestrales, parece encaminarse al anacronismo edilicio tras su paso por el “caserón colonial”, las “casas de estilo refinado” (inglés, normando, neoclásico, etc.), el famoso “chalet americano”, la “vivienda con estilo mediterráneo o de villa romana” y las posteriores reinterpretaciones agiornadas de estos mismos ejemplos. 
Últimamente, las aspiraciones reflejan una creciente apetencia por viviendas suburbanas construidas con una estética modernista plasmada en las denominadas “casa tipo country”, y su proliferación mayoritaria fundamenta la existencia de una nueva tendencia. Se trata de una estética eclecticista consistente en el uso combinado de elementos característicos tomados de todos los estilos citados, mezclados sin prejuicios en busca de objetivos funcionales: ladrillo visto o revocado, detalles en piedra o textura de revoques, molduras y falsas columnas, techos de madera rustica o laminada con o sin galerías, cubiertas planas o con faldones inclinados de tejas o de chapa, carpintería de metal o madera con o sin vidrios repartidos y “bow windows”, etc. En este contexto de amplias libertades para proyectar, la estética y el buen gusto adquieren relevancia para lograr combinaciones armoniosas.
Una casa que responde a un estilo concreto u otra resuelta con mezclas de diversos estilos no es suficiente referencia para garantizar la satisfacción del usuario. Una vivienda del más puro estilo francés puede ser de altísima calidad compositiva y constructiva; pero es una casa que responde a otra época, otro clima, otra cultura y principalmente al uso habitacional requerido por personas que poseen otra mentalidad. Una casa donde se combinaron determinados elementos constructivos debido a que estaban de moda o porque eran del gusto de los profesionales intervinientes, puede resultar muy incómoda para sus ocupantes. 
El mercado inmobiliario de los countries privados cerrados, genera el desarrollo sostenido de viviendas individuales suburbanas y fortalece la tendencia hacia esta nueva estética. Para contrarrestarla, en algunos loteos temáticos se desarrollaron rígidos reglamentos internos que auspiciaron paisajes monótonos, depreciados por la repitencia y logrando resultados contrarios a las pretensiones de los generadores de estos emprendimientos habitacionales.
El único intento serio por romper la hegemonía de esta tendencia hacia la estética del popurrí, son las cajas compactas del revival racionalista que conforman las denominadas “casas tipo minimalista”. Pero Le Corbusier y otros famosos arquitectos del siglo pasado ya habían desarrollado racionalismos que hoy se verían perfectamente modernos y nos hacen dudar de la novedad transgresora de estos proyectos basados en volúmenes puros y en el uso de grandes paños vidriados.
Son muy escasos los ejemplos de verdaderas innovaciones en el campo formal, con buenas resoluciones de lo programático-funcional, lo constructivo-tecnológico y de los aspectos relacionados con el ambiente, y por lo tanto no alcanzan a conformar un esbozo de tendencia alternativa. Estos son casos aislados, generalmente ligados al prestigio del profesional a cargo del proyecto, que le permite avanzar sobre los sueños de sus comitentes o las imposiciones marketineras.
Cabe destacar que el cliente que elige un estilo de vida seguro y en mayor contacto con la naturaleza, que prefiere vivir en casas realizadas con materiales tradicionales y que gustoso admite elementos constructivos característicos del siglo XIX, es la misma persona que adopta sin reparos el automóvil computarizado con sus sorprendentes adelantos tecnológicos, cambia la carta por el e-mail y su agenda por la palm. Entonces, se podría concluir que solamente en materia edilicia persiste socialmente una fuerte reticencia a la innovación ingenieril, probablemente debido a la errónea creencia de que no existen otras alternativas válidas o porque a la hora de acceder a la casa propia las personas prefieren invertir en aquello que reconocen como seguro y confiable.
Atentos a estas expectativas, las construcciones residenciales deben apuntar a satisfacer necesidades y realidades familiares a partir de las resoluciones clásicas, pero intentando siempre ser modernas, porque cada tiempo requiere de una respuesta actualizada, es decir diferente y adecuada a los cambios permanentes de la historia, con el fin de acompañar sus constantes transformaciones. El mejor proyecto arquitectónico será entonces aquel que conjugue armoniosamente el diseño estético, la funcionalidad y la economía, abordando soluciones actuales que integren el progreso sin contraponerse al patrimonio cultural de los futuros usuario. 

Ing. Víctor Guillermo Soria